Vivimos en un mundo en el que la gente prefiere tocarse con el puño cerrado en lugar de estrecharse la mano.
Vivimos en un mundo en que las groserías y vejaciones fluyen sin ningún prurito, mientras que una palabra afectuosa causa asombro y hasta rubor.
Vivimos en un mundo en el que las cosas tienen más valor que las personas.
Vivimos en un mundo en el que la gente trabaja para vivir y no vive para trabajar.
Vivimos en un mundo en el que el ser humano se asume superior a la naturaleza y no se entiende como una parte de ella.
Vivimos en un mundo en el que antivalores como el individualismo prelan sobre cualquier interés colectivo, social.
Vivimos en un mundo en el que la ternura se asume como una muestra de debilidad.
Y yo me pregunto: ¿Siempre fue así? ¿Estamos condenados a esta fatalidad?
Un repaso a la historia universal evidencia que no; no fue siempre así, por tanto se puede transformar esta sociedad.
Es en esa transformación en la que me encuentro irreductiblemente comprometida y a la cual te extiendo una cordial invitación.
Prefiguremos la sociedad que queremos.
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Escrito originalmente para DB.
Un beso para vos y que te haya servido para reflexionar aunque sea un poco.
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